Hoy salí a caminar, noche, viernes… nada que perder ni nada que ganar, una de las mejores sensaciones que pueden llevarse a cabo dentro de una persona… solamente vivir, nada más. Hacía frío recuerdo… iba con mi chaqueta, un paquete de cigarros en mi bolsillo superior interno. Caminaba, encendía un cigarrillo, me detuve a ejecutar dicha acción… un suspiro, miré a mi alrededor y la gente me miraba inconcientemente, sonreía por dentro, daba igual, no me sentía protagonista.
Terminé de encender mi cigarrillo y seguí caminando, aventuras urbanas, me detuve frente a un local, buena música, me llamó la atención. Sentí una respiración en mi lado, giré y había una chica mirándome, la miré echando mi cuerpo hacia atrás, no le dije nada, solo siguió con su mirada penetrante en mí... me congelé, no sabía que decir, no era algo común imagino. Pasaron unos instantes y le pregunté: ¿Qué pasa?... Nada – me dijo ella – ¿Porqué me miras?... ¿No puedo? – mientras sonreía – no te preocupes… atiné a decirle, di media vuelta y entré al local.
Me senté cerca de la muralla, mitad entre el escenario y la entrada, saqué mi cajetilla y me puse a revisar la carta. Tenía hartas ganas de tomar un buen whisky… Pasó un rato entre que me atendieron y me trajeron el licor. Apenas agarré el vaso, sentí un escalofrío, giré y la vi una vez más a ella. Parada a un par de metros míos, me asombré que una mujer anduviese sola en la noche… La miré y sonreí, me sentí perseguido, que se yo, instinto… giré y tomé el vaso, lo agité y me tomé un sorbo. Hola – sentí a mi costado – voltee y ahí estaba, ojos grandes, profundos, una leve sonrisa, cara angelical… Hola – le dije mientras terminaba de digerir el sorbo - ¿Por qué tan solo? – sonriendo me dijo mientras se sentaba al frente de la mesa – no se puede – le dije tomando apresuradamente la cajetilla – no sabia que hacer… nunca había estado frente a alguna situación así, parecía saber que pensaba, parecía sabía saber que sentía, parecía saber que ocultaba.
Nunca esperas nada – me dijo – siempre quieres controlar y predecir todo… Sin palabras me quedé, la miré a sus ojos atrapantes y le dije: porqué crees saber eso ¿te gusta jugar con la gente?... No – me dijo interrumpiéndome – no es eso, sino que es increíble lo que uno siente al mirar a la gente. Puede descifrarla si se da el tiempo… ¿Te lo diste? – le pregunté con duda – sí, llegas a ser temeroso… pero sí, lo vi, algo tienes, algo ocultas, algo siente y temes soltarlo…
Hoy, amaneció, desperté con la resaca, miré a mi lado, el reloj despertador estaba en el suelo, la maldita alarma provocó mi reacción sin siquiera darme cuenta…
Me levanté, tomé la toalla, me dolía la cabeza, fui al baño, dí el agua, cerré mis ojos e intenté recordar la noche anterior… no sabía que había pasado… Salí y me paré enfrente de la cocina, sentí otra vez ese escalofrío y voltee, ahí estaba una vez más, sonriente, imponente, tímida pero victoriosa, feliz y a la vez retraída… Tú – le dije – ¿Qué esperabas? – mientras se acercaba – No lo sé, no esperaba nada, pero… Lo sé – me interrumpió - es agradable y a la vez ilógico. No te preocupes, quizás tu no lo sepas, pero yo sí…
Terminé de encender mi cigarrillo y seguí caminando, aventuras urbanas, me detuve frente a un local, buena música, me llamó la atención. Sentí una respiración en mi lado, giré y había una chica mirándome, la miré echando mi cuerpo hacia atrás, no le dije nada, solo siguió con su mirada penetrante en mí... me congelé, no sabía que decir, no era algo común imagino. Pasaron unos instantes y le pregunté: ¿Qué pasa?... Nada – me dijo ella – ¿Porqué me miras?... ¿No puedo? – mientras sonreía – no te preocupes… atiné a decirle, di media vuelta y entré al local.
Me senté cerca de la muralla, mitad entre el escenario y la entrada, saqué mi cajetilla y me puse a revisar la carta. Tenía hartas ganas de tomar un buen whisky… Pasó un rato entre que me atendieron y me trajeron el licor. Apenas agarré el vaso, sentí un escalofrío, giré y la vi una vez más a ella. Parada a un par de metros míos, me asombré que una mujer anduviese sola en la noche… La miré y sonreí, me sentí perseguido, que se yo, instinto… giré y tomé el vaso, lo agité y me tomé un sorbo. Hola – sentí a mi costado – voltee y ahí estaba, ojos grandes, profundos, una leve sonrisa, cara angelical… Hola – le dije mientras terminaba de digerir el sorbo - ¿Por qué tan solo? – sonriendo me dijo mientras se sentaba al frente de la mesa – no se puede – le dije tomando apresuradamente la cajetilla – no sabia que hacer… nunca había estado frente a alguna situación así, parecía saber que pensaba, parecía sabía saber que sentía, parecía saber que ocultaba.
Nunca esperas nada – me dijo – siempre quieres controlar y predecir todo… Sin palabras me quedé, la miré a sus ojos atrapantes y le dije: porqué crees saber eso ¿te gusta jugar con la gente?... No – me dijo interrumpiéndome – no es eso, sino que es increíble lo que uno siente al mirar a la gente. Puede descifrarla si se da el tiempo… ¿Te lo diste? – le pregunté con duda – sí, llegas a ser temeroso… pero sí, lo vi, algo tienes, algo ocultas, algo siente y temes soltarlo…
Hoy, amaneció, desperté con la resaca, miré a mi lado, el reloj despertador estaba en el suelo, la maldita alarma provocó mi reacción sin siquiera darme cuenta…
Me levanté, tomé la toalla, me dolía la cabeza, fui al baño, dí el agua, cerré mis ojos e intenté recordar la noche anterior… no sabía que había pasado… Salí y me paré enfrente de la cocina, sentí otra vez ese escalofrío y voltee, ahí estaba una vez más, sonriente, imponente, tímida pero victoriosa, feliz y a la vez retraída… Tú – le dije – ¿Qué esperabas? – mientras se acercaba – No lo sé, no esperaba nada, pero… Lo sé – me interrumpió - es agradable y a la vez ilógico. No te preocupes, quizás tu no lo sepas, pero yo sí…
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