Tomé mi fusil, pensé que quizás sería el héroe de este día… Corrí subiendo la colina, el ruido de las balas y los gritos ya no los oía, solo veía mi objetivo... sentí una picazón, intenté apoyar mi pié derecho, pero no pude y caí… miré preocupado para conocer la razón, mi pierna sangraba. Inspiré, sentía calor, mientras más miraba la herida, más dolor sentía, no grité, no me desesperé… se acercó un médico mientras el resto de mis compañeros seguía su marcha, me miró y me preguntó cómo me sentía… no lo sé – respondí – nunca había sentido algo así, no sabía como reaccionar, no sabía como sentirme, no sabía que decir ni que gritar. Tranquilo – me dijo – los héroes no existen, solo la gente que hace los actos correctos en los momentos precisos... – cerré mis ojos involuntariamente, quizás por el dolor, quizás porque me iba…
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